Estuvimos a punto de protagonizar una revolución social a escala mundial, la culpa es de un atentado fallido y un guionista de cómics que dice que es mago
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En 1605, un grupo de conspiradores liderados por Guy Fawkes intentó volar el Parlamento británico. Fracasaron, pero siglos después, el rostro de aquel traidor se transformó en símbolo de resistencia. Lo hizo gracias a V de Vendetta, el cómic creado por Alan Moore y David Lloyd en los años ochenta, y a su adaptación cinematográfica dirigida por James McTeigue y producida las hermanas Wachowski (las creadoras de The Matrix) en 2005. Lo que comenzó como una fábula distópica sobre un Reino Unido fascista terminó convirtiéndose en una llamada global a la rebelión.
Un cómic, una máscara y una idea más peligrosa que una bala
Tal como recordaba David Barnett en The Guardian, V de Vendetta fue concebido en plena era Thatcher, cuando la desigualdad social y la represión política parecían el precio inevitable de la estabilidad. En la historia, el régimen de Norsefire somete a los ciudadanos con un control absoluto: la vigilancia, la censura y la desaparición de las minorías son norma. Frente a eso, un hombre con máscara de Fawkes, simplemente conocido como "V", se alza en solitario para destruir el sistema. Pero el mensaje más potente no está en las explosiones de sus actos terroristas, sino en la pequeña chispa de conciencia que enciende en los demás: la idea de que cualquiera puede ser V. Moore, escritor de profesión, mago de vocación, lo explicó con su habitual ironía: "V no es una persona, es un símbolo, y las ideas son a prueba de ballas". Esa idea acabaría escapando del cómic, de la película y de la propia intencionalidad de sus creadores.
Cuando la ficción inspira la revolución
En 2005, el estreno de la película V de Vendetta acercó el mensaje del cómic a una nueva generación de mentes hambrientas de cambio social. Las Wachowski suavizaron el anarquismo de Moore, sustituyendo la revolución libertaria por un discurso más democrático. Pero la imagen de la máscara blanca con sonrisa se grabó en el inconsciente colectivo. Años después, esa misma máscara se alzaría en las calles, en las plazas y, sobre todo, en Internet. En el programa Ovejas eléctricas, creado y dirigido por José Antonio Pérez Ledo (Órbita Laika) y presentado por Berto Romero, emitido por RTVE, se explica muy bien cómo el icono saltó de la ficción a la realidad. Volviendo al artículo de David Barnett, el periodista destaca que la fuerza de la obra no reside solo en las acciones violentas del protagonista, sino en los pequeños gestos de desobediencia civil que inspiran a otros: la joven Evey, que despierta políticamente tras sufrir la represión; el inspector Eric Finch, que cuestiona la diferencia entre ley y justicia; o la niña que, sin temor, escribe una palabra de protesta en la calle.
Las Wachowski suavizaron el anarquismo de Moore, sustituyendo la revolución libertaria por un discurso más democrático
Uno de los momentos más poderosos es la historia de Valerie Page, una actriz encarcelada por ser lesbiana, cuyo testimonio sirve de inspiración tanto para V como para Evey. Este episodio simboliza el núcleo ético del cómic: la dignidad humana frente al terror del Estado. Barnett subraya que Moore y Lloyd no solo crearon un relato político, sino un modelo moral de resistencia, en el que la verdadera revolución surge de la conciencia individual y del rechazo a aceptar la injusticia como norma. Por eso, la identidad de V nunca se revela: porque V puede ser cualquiera. La máscara, al ocultar el rostro, convierte al personaje en un símbolo colectivo, una idea inmortal.
Como concluye el artículo, V for Vendetta sigue siendo profundamente vigente porque nos recuerda que la libertad no se conquista con violencia, sino con valor, memoria y actos cotidianos de rebeldía. En un mundo donde la pasividad favorece la tiranía, Moore ofrece un recordatorio incómodo pero necesario: las ideas no mueren, y la lucha contra la injusticia nunca termina. Durante las protestas de Occupy Wall Street, en el 15M español y en movimientos estudiantiles de Chile o México, miles de manifestantes comenzaron a cubrir sus rostros con la misma sonrisa de Guy Fawkes. El símbolo de un individuo anónimo que se enfrenta a un poder omnímodo se había convertido en el rostro de la multitud.
El grupo Anonymous lo entendió perfectamente. Tal como explica el estudio "De la viñeta a la pantalla" de Diego Rivera López, la máscara se transformó en un emblema transnacional de resistencia digital. En 2012, durante las protestas contra el tratado ACTA, que pretendía ampliar la censura en Internet, Anonymous adoptó la máscara de Fawkes como insignia oficial. Miles de activistas en Europa y América Latina marcharon con el rostro de V, reclamando libertad de información y privacidad frente al control estatal y corporativo.
Alan Moore: el anarquista que se negó a ser profeta
A Alan Moore nunca le ha gustado que lo consideren un líder ideológico. En un interesante artículo publicado por La Tercera, se señala que guionista británico reconocía sentirse "incómodo" con el uso político de su personaje, aunque entendía por qué había ocurrido. En su conversación con David Marchese para Vulture en 2016, Moore fue aún más claro: la sociedad contemporánea, obsesionada con los superhéroes y el entretenimiento escapista, había olvidado el verdadero propósito de la cultura. "Los adultos que leen historias de superhéroes están viviendo una fantasía de inmadurez. Hemos sustituido el pensamiento crítico por la nostalgia". Para él, V de Vendetta nunca fue un cómic de acción, sino una meditación sobre el poder, el miedo y la libertad.
La verdadera revolución surge de la conciencia individual y del rechazo a aceptar la injusticia como norma
En su entrevista Moore expone una visión profundamente crítica sobre la cultura contemporánea y la política. Considera que los superhéroes, antaño un estímulo para la imaginación infantil, se han convertido en un símbolo de inmadurez cultural y evasión política. Denuncia además el dominio de las corporaciones y el vaciamiento ideológico del arte popular, que ha sustituido la reflexión por el consumo. En este sentido, su monumental novela Jerusalem busca reivindicar la voz de la clase trabajadora, invisibilizada por una literatura centrada en las élites, y otorgarle su propia mitología y dignidad histórica.
Moore interpreta fenómenos políticos como el Brexit o Donald Trump como síntomas de una democracia rota y de un profundo desencanto social. Reconoce que, aunque estas reacciones nacen a menudo del miedo y la manipulación, también expresan una legítima frustración ante la desigualdad y la pérdida de representación. Propone un retorno a la democracia directa, inspirada en el modelo ateniense, donde el poder realmente emane del pueblo. Frente al auge del nacionalismo y la repetición cultural, Moore defiende el arte como un espacio de conciencia y transformación, capaz de reflejar una época de crisis y de invitar a imaginar un mundo más justo y libre. Moore se define como anarquista, pero no en el sentido violento que muchos asocian al término o al personaje de V. No es casualidad que, cuando le preguntaron si el mundo actual se parece a su distopía, respondiera: "No exactamente. Es más complejo, y eso lo hace más peligroso".
Thatcher, el miedo y la televisión
Para comprender la fuerza de V de Vendetta, hay que regresar al Reino Unido de los años 80. En palabras del propio Moore, el cómic nació del "miedo al fascismo cotidiano" de la era Thatcher: el auge de la ultraderecha, la represión sindical, la crisis económica y el control mediático. A lo mejor tampoco es necesario remontarse a los 80… Lo más inquietante de la historia no era la violencia del régimen, sino la pasividad del pueblo, dispuesto a aceptar la tiranía a cambio de seguridad y series de humor en la televisión.
En palabras del propio Moore, el cómic nació del "miedo al fascismo cotidiano"
Esa crítica sigue siendo dolorosamente actual. Moore y Lloyd imaginaron un país devastado por la guerra y dominado por un partido que prometía orden y pureza. Pero lo que en los ochenta parecía exagerado, hoy suena inquietantemente familiar. Los escándalos de vigilancia masiva, los algoritmos que determinan nuestras decisiones y el auge de los populismos han convertido la distopía de Moore en una advertencia permanente. Paradójicamente, la máscara que simbolizaba la resistencia también se convirtió en un producto. Después del éxito del filme, Warner Bros., propietaria de los derechos de merchandising, empezó a vender miles de máscaras de Guy Fawkes: el símbolo de la rebelión terminó alimentando el mismo sistema que pretendía desafiar. Cada vez que un manifestante compraba una máscara, contribuía económicamente al gigante que la producía. ¿Puede triunfar una revolución social contra un sistema que se alimenta de la propia revolución?
Alan Moore, fiel a su postura antiindustrial, rechazó cualquier beneficio derivado de la película. En entrevistas posteriores confesó que no había visto la adaptación y que no le interesaba su éxito, señalando que Hollywood convierte en mercancía todo lo que toca. Sin embargo, también reconocía un matiz esperanzador: aunque el capitalismo había absorbido la máscara, su mensaje seguía vivo. En cada protesta, en cada pancarta digital, en cada vídeo de Anonymous, la sonrisa de Fawkes recordaba que el poder no puede eliminar una idea. La gran aportación de Anonymous fue trasladar el espíritu de V de Vendetta al ámbito digital. La máscara encarnaba la idea de un sujeto colectivo, sin rostro ni jerarquías, capaz de desafiar a gobiernos y corporaciones desde la red. En su apogeo, Anonymous atacó webs de multinacionales, instituciones financieras y regímenes autoritarios.
La ironía es que el propio Moore, ajeno al mundo digital, siempre se ha mostrado distante con este fenómeno, manifestando que los tiempos cambian, y las revoluciones también. Para él, el verdadero espíritu de V no está en el hackeo, en la protesta masiva o los actos violentos, sino en la toma de conciencia individual: el momento en que alguien deja de obedecer ciegamente y empieza a pensar por sí mismo.
V de Vendetta hoy: una revolución que casi fue
V de Vendetta no solo predijo el auge del autoritarismo, también anticipó nuestra relación con el miedo. En el cómic, el Estado controla a la población mediante la información, la propaganda y la represión selectiva. Hoy, el control se ejerce a través de datos, algoritmos y narrativas mediáticas. Moore no se limitó a imaginar un futuro oscuro: construyó una fábula moral sobre cómo la apatía puede ser tan destructiva como la tiranía. Así lo describe Moore por boca de V en el cómic:
Sin embargo, las palabras siempre conservaran su poder, las palabras hace posible que algo tome significado y si se escuchan, enuncian la verdad. Y la verdad es, que en este país, algo va muy mal, ¿no?. Crueldad e injusticia, intolerancia y opresión. Antes teníais libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabais, ahora tenéis censores y sistemas de vigilancia que os coartan para que os conforméis y os convirtáis en sumisos.
¿Como ha podido ocurrir? ¿Quien es el culpable? Bueno, ciertamente unos son mas responsables que otros y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estáis buscando un culpable, solo tenéis que miraros al espejo. Sé porque lo hicisteis, sé que teníais miedo. Y quien no. ¿Guerras, terror, enfermedades? Había una plaga de enfermedades que conspiraron para corromper vuestros sentidos y sorberos el sentido común. El terror pudo con vosotros y presas del pánico, acudisteis al actual líder, Adam Sutler. Os prometió orden, os prometió paz y todo cuanto os pidió a cambio, fue vuestra silenciosa y obediente sumisión.
En su núcleo, la historia de V y Evey es un viaje de transformación. Evey pasa de ser una víctima asustada a convertirse en símbolo de esperanza. Su despertar representa lo que Moore llama "el momento de iluminación política": ese instante en que comprendemos que la libertad no se concede, se conquista. En palabras de Moore, "la revolución empieza cuando dejamos de esperar que alguien más la haga por nosotros". En retrospectiva, quizá estuvimos a punto de protagonizar una revolución social global. Las protestas de 2011, el movimiento Occupy, las Primaveras Árabes o el 15M compartían una misma energía: la exigencia de justicia y libertad frente a un poder que parecía inamovible. Y en todas ellas, de un modo u otro, la sonrisa de Guy Fawkes estaba presente.
Paradójicamente, la máscara que simbolizaba la resistencia también se convirtió en un producto
Hoy, ese fervor parece haberse enfriado. O al menos, parece que su impacto social es mucho menor, pero tampoco puedes fiarte de lo que te cuentas, ¿verdad?. Las máscaras de plástico se venden hoy como recuerdos turísticos y parecen haberse estigmatizado. Menos mal que ahora ondea la bandera de la Tripulación del Sombrero de Paja. Pero el mensaje de V de Vendetta sigue resonando. Tal vez el futuro que Moore y Lloyd temían ya está aquí, disfrazado de normalidad, y lo hemos albarazado sin darnos cuenta. O quizá la verdadera lección sea que las revoluciones no necesitan líderes, sino gente atenta a lo que ocurre.
Alan Moore ha dejado claro que no quiere volver a los cómics. Sin embargo, su obra sigue viva, como un conjuro persistente en la cultura popular. V de Vendetta nos enseñó que una máscara puede esconder un rostro, pero también revelar una verdad: el poder pertenece a quienes se atreven a imaginar algo distinto. La máscara de Guy Fawkes, reproducida hasta la saciedad, es más que un símbolo de protesta. Es el recordatorio de que la libertad, como las ideas, no puede ser destruida. Y mientras haya alguien dispuesto a ponérsela, su sonrisa seguirá recordándonos que, durante un breve instante, estuvimos a punto de cambiar el mundo. "El único veredicto es venganza, vendetta, como voto, y no en vano, pues la valía y veracidad de ésta un día vindicará al vigilante y al virtuoso."
En 3DJuegos | Me da igual cómo se ponga Alan Moore, yo necesito saber cómo termina de verdad la mejor historia de Batman y El Joker
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La noticia
Estuvimos a punto de protagonizar una revolución social a escala mundial, la culpa es de un atentado fallido y un guionista de cómics que dice que es mago
fue publicada originalmente en
3DJuegos
por
Chema Mansilla
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