Creíamos que los mandos de Switch 2 terminarían rotos. El mayor miedo de Japón fue la solución a la que se agarró Nintendo

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Cuando salieron a la luz los primeros vídeos e imágenes de Nintendo Switch 2 hubo un pequeño trozo de plástico que se convirtió en protagonista. Los conectores de los Joy-Con 2, apoyados por una pequeña pestaña en la consola, se convirtieron de la noche a la mañana en el mayor miedo de los futuros compradores de la consola: "Puedo decir que esta pequeña protuberancia en el Switch 2 se doblará y romperá de inmediato".
Los mensajes de furia contra la marca, apoyándose en cómo Nintendo antes hacía las consolas pensando en los niños, haciendo todo lo posible porque fueran lo más duraderas posibles, empezaron a inundar las redes frente al miedo a que esa pestañita terminase rota al primer movimiento brusco. Sobra decir que se equivocaban y, al menos por ahora, nadie ha tenido problemas con ello. Lo que no todo el mundo sabe es que, en realidad, en Japón llevan años perfeccionando esa misma estrategia por culpa de un temor aún mayor: los terremotos.
El controvertido conector de Nintendo Switch 2
La mayor sorpresa no ha sido ver hasta qué punto ese mensaje de alarmismo ha envejecido regular, sino comprobar hasta qué punto en Nintendo eran plenamente conscientes del miedo que provocaba su particular decisión. La prueba de ello se encuentra en el lugar más inesperado, en el videojuego Welcome Tour que sirve de manual y demostración de las posibilidades técnicas de la máquina.
Acudiendo a la parte en el que se explica el funcionamiento de los Joy-Con 2, una de las demos que sirven para aterrizar la tecnología que hay detrás de Switch 2 explica que son los imanes los que anclan los mandos a la consola, y que el sistema que termina de atraparlos mediante esa aparentemente frágil pestaña no es rígido, sino levemente maniobrable.

De la mano de un conector de goma, el sistema cede levemente ante unos topes internos que limitan la torsión y, además de asegurarla en el lugar adecuado gracias a los imanes, evitan que los mandos alcancen un ángulo que pueda doblar o partir la pieza. En cómo se enfrentan a los impactos y un abuso excesivo absorbiendo la fuerza, está la clave del invento.
Tal y como explican en Welcome Tour de la forma más gráfica posible, si el conector se mueve en la dirección en la que se está empujando el Joy-Con 2, es más difícil aplicar fuerza sobre ellos, bailando así de forma controlada para evitar esa rotura que tanto temían algunos. Sobre el papel, a día de hoy y después de tantas críticas hacia la idea, resulta impresionante que hayan pensado en algo así, pero en realidad la inspiración a la que se agarran es el pan de cada día de la ingeniería civil japonesa.
Una idea con siglos de historia
Con una sociedad acostumbrada a una actividad sísmica tan constante como peligrosa, desde hace siglos los japoneses apostaron por la madera en vez de evolucionar hacia otras estructuras precisamente por esa razón. Si sus pagodas de cinco pisos siguen en pie tras haber sufrido incontables terremotos, es también gracias a la flexibilidad que ofrecen esas juntas de madera sin clavos.
Al permitir que la estructura bailara, con capas independientes que hacían que cada parte de la estructura se balancease hacia un lado, al moverse estos en dirección opuesta como si fuese el baile de una serpiente, la estructura disipaba la fuerza de la energía y evitaba el colapso. A grandes rasgos, esas fuerzas empujando en direcciones opuestas es, precisamente, lo que mantiene a salvo la citada pestaña de Switch 2.
Cuando en 1981, después de devastadores terremotos, Japón obligó mediante una reforma a que todos los edificios cumpliesen la norma de no colapsar jamás, los ingenieros se pusieron manos a la obra buscando alternativas cada vez más eficaces que consiguieran mantener los edificios operativos tras un terremoto moderado, y que como mínimo quedaran en pie tras sismos más severos. En 1983, se estrenaba el primer edificio con aisladores de goma laminados.
La medida, adoptada por la mayoría de hospitales casi por defecto, servía así como amortiguador a esa fuerza provocada sobre los cimientos tal y como lo hacía antaño la madera, y desde entonces los avances no han dejado de crecer para conseguir aislar aún más los edificios en forma de cimientos maniobrables, burbujas de aire que elevan las casas, y hasta levitaciones magnéticas que se activan mediante sensores para garantizar la estabilidad de la estructura. Queda claro que, si de algo saben los japoneses, es de evitar que sus estructuras se rompan por culpa de la fuerza.
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Creíamos que los mandos de Switch 2 terminarían rotos. El mayor miedo de Japón fue la solución a la que se agarró Nintendo
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Rubén Márquez
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