La ciencia lo confirma: tu fuerza de voluntad tiene un límite. Y cuando se agota, las malas decisiones financieras aparecen
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Imagina que al despertarte tu cerebro tuviera una barra de energía, que se va consumiendo a lo largo del día con cada pequeña elección: elegir qué desayunar, qué ropa ponerte, a qué responder primero en el correo… Al llegar la tarde, esa barra está casi vacía, y es justo entonces cuando comprarte algo impulsivamente o aplazar decisiones importantes se vuelve mucho más probable.
Esa metáfora no es sólo poética: en psicología existe algo llamado "fatiga de decisión" que confirma que nuestra fuerza de voluntad no es infinita, y cuando se agota, las malas decisiones financieras se cuelan con facilidad.
Los estudios en psicología cognitiva han observado que cada decisión que tomamos consume un poco de lo que se llama "recursos ejecutivos" del cerebro, que son los mismos que usamos para autocontrol, planificación y toma de decisiones complejas. Cuando esos recursos bajan, es más fácil ceder al impulso, elegir atajos o posponer tareas difíciles.
En el mundo de los negocios, por ejemplo, se advierte que los emprendedores cometen errores costosos cuando están saturados de decisiones diarias, optando por la opción más sencilla en vez de la más adecuada. Según Entrepreneur, "cuanto más decisiones tomas, más probable es que lleves a cabo decisiones incorrectas" porque la carga mental se acumula.
Ese fenómeno no se limita al ámbito empresarial: en la vida privada también afecta nuestras finanzas. IG Wealth Management explica que muchas personas añaden decisiones financieras al montón diario de decisiones triviales, sin darse cuenta de que ese desgaste puede menoscabar su juicio, por lo que cuando tu voluntad está baja, las decisiones como aplazar una transferencia a tus ahorros, gastar en algo no planificado o saltarte una revisión de tus finanzas se vuelven tentadoras porque son más "ligeras" cognitivamente y es más fácil lidiar con ellas.
Foto de Malachi Cowie en Unsplash
La fatiga como un imán de pérdidas y gastos
La fatiga de decisión actúa como una especie de imán que atrae errores más costosos: cuando estamos cansados mentalmente, tendemos a conformarnos con opciones predeterminadas que no siempre nos favorecen, o ceder a la inercia financiera, permitiendo que facturas se acumulen o que las compras se realicen de forma impulsiva. Dicho de otro modo, nuestro cerebro huye del esfuerzo cuando ya no le quedan fuerzas.
¿Qué puede ayudar a evitar que esa fatiga te hunda financieramente? Existen ciertas estrategias: una es automatizar todo lo que se pueda, para que decisiones rutinarias como compras de insumos necesarios, pagos, transferencias o asignación de presupuestos no demanden tu atención diaria.
Otro consejo es agrupar decisiones similares en bloques, por ejemplo: dedicar un horario fijo diario o semanal solo para revisar tus finanzas y realizar compras en línea en tiempo y forma en lugar de atenderlas a plazos o de último momento.
Al fin y al cabo, reconocer este tipo de acciones en la vida diaria es una invitación a "jugar contra la fatiga" en lugar de dejar que ella nos juegue malas pasadas. Diseñando un sistema financiero con barreras mínimas al esfuerzo te aseguras de que cuando tu batería mental esté baja, tu dinero no sufra las consecuencias.
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La ciencia lo confirma: tu fuerza de voluntad tiene un límite. Y cuando se agota, las malas decisiones financieras aparecen
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Trendencias
por
Joel Calata
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