La primera Ghost in The Shell es la famosa, pero tal vez sea mucho mejor película su secuela

La primera Ghost in the Shell es, sin duda, un icono ineludible del anime y del cine de ciencia ficción. Su estética revolucionaria, su mezcla de animación tradicional y CGI, y sus profundas interrogantes sobre la identidad y la consciencia han marcado un antes y un después en la cultura pop mundial. Sin embargo, a pesar de su innegable fama y legado (y de haber influido en obras como The Matrix o Avatar) es posible que la verdadera joya oculta de la saga sea su secuela, Ghost in the Shell 2: Innocence. No podemos negar que la primera película, estrenada en 1995 sentó las bases del cyberpunk en el cine de animación, y consolidó el camino abierto algunos años por AKIRA para el anime en Occidente. La obra de Mamoru Oshii, basada en el manga de Masamune Shirow, nos introduce en un futuro donde la frontera entre lo humano y lo artificial se diluye a cada instante. Con su impresionante narrativa visual, que combinaba cel animation y CGI, y una banda sonora inolvidable compuesta por Kenji Kawai, Ghost in the Shell nos sedujo con escenas inolvidables, como la inmersiva secuencia de apertura que nos adelantaba la construcción de un cuerpo cibernético, el salto al vacío con el que arranca la acción de la película o la icónica pelea entre los charcos. Un peliculón, vaya. En 3D Juegos "Necesitas ver esto". Las directoras de The Matrix obligaron a Keanu Reeves a ver dos animes legendarios para hacer de Neo El film no solo impactó por su técnica, sino también por su contenido filosófico, al abordar cuestiones sobre la identidad, la memoria y la naturaleza del alma en un mundo dominado por la digitalización de la personalidad. A lo largo de los años, su influencia ha sido cada vez mayor en cine, videojuegos y todo tipo de manifestaciones de la cultura pop. Sin embargo, en la vorágine de efectos visuales y acción estilizada, se nos olvida que Ghost in the Shell fue, ante todo, una película pensada para provocar el debate y el cuestionamiento de nuestro propio concepto de humanidad. Y su secuela fue incluso más allá. Ghost in the Shell 2: Innocence, una secuela valiente Si la primera película es el punto de partida, Ghost in the Shell 2: Innocence, estrenada en 2004, se erige como una obra que decide profundizar en los dilemas existenciales y tecnológicos sin repetir el formato de su predecesora. Seguramente lo fácil, y lo más rentable, habría sido apostar por una continuación en la que primara lo visual sobre el fondo narrativo. Más disparos, menos reflexión. Pero esta secuela se dirige a aquellos espectadores que, más allá de buscar adrenalina, desean sumergirse en un océano de ideas complejas. Y os aviso, es "café para muy cafeteros". ¿Son los límites del "yo" meramente biológicos? Si la consciencia es información, ¿y si esa información se pudiera codificar? Innocence se aparta del estilo frenético del original para adentrarse en un ritmo deliberadamente pausado, casi meditativo. La película se sumerge en el estudio de personajes como Batou y Togusa, quienes se ven inmersos en la investigación de una serie de asesinatos cometidos por gynoids (robots diseñados para el placer sexual, y que tienen su momento de protagonismo en la adaptación en acción real protagonizada por Scarlett Johansson) que, de manera sorprendente, parecen desarrollar "ghosts", es decir, copias imperfectas de la consciencia humana. Este giro no solo plantea una cuestión inquietante sobre la repelicidad y persistencia del componente humano que nos hace individuos, sino que también pone sobre la mesa preguntas sobre la ética detrás de una tecnología que logre recrear a la perfección "lo humano", lo "espiritual". Y es un momento que seguramente llegará y para el que la sociedad debe estar intelectual y moralmente preparada. Bueno, para eso está la filosofía. Pero no os asustéis. Un viaje filosófico en al fondo de la mente cyberpunk La esencia de Innocence reside en su capacidad para plantear preguntas difíciles sin ofrecer respuestas fáciles. Mamoru Oshii, fiel a su estilo, introduce en la película un sinfín de citas y alusiones, desde referencias a Descartes y Buda, hasta guiños a clásicos de la literatura que no son simples adornos. Sirven para reforzar la idea de que la naturaleza del alma humana, de nuestra identidad individual, nuestra personalidad, es un debate tan antiguo como la propia autoconciencia, y que su estudio no deja de cambiar, evolucionando de la mano a nuestras capacidades, y en este caso, en paralelo a las posibilidades que ofrece el salto digital. En un entorno saturado de neón, atardeceres intensos y paisajes urbanos impregnados de un aire melancólico, la película nos invita a cuestionarnos: ¿qué es lo que realmente nos define como humanos? ¿Es nuestra carne, nuestras emociones, o es la suma de experiencias y memorias que, de alguna fo

Feb 17, 2025 - 01:46
La primera Ghost in The Shell es la famosa, pero tal vez sea mucho mejor película su secuela

La primera Ghost in The Shell es la famosa, pero tal vez sea mucho mejor película su secuela

La primera Ghost in the Shell es, sin duda, un icono ineludible del anime y del cine de ciencia ficción. Su estética revolucionaria, su mezcla de animación tradicional y CGI, y sus profundas interrogantes sobre la identidad y la consciencia han marcado un antes y un después en la cultura pop mundial. Sin embargo, a pesar de su innegable fama y legado (y de haber influido en obras como The Matrix o Avatar) es posible que la verdadera joya oculta de la saga sea su secuela, Ghost in the Shell 2: Innocence.

No podemos negar que la primera película, estrenada en 1995 sentó las bases del cyberpunk en el cine de animación, y consolidó el camino abierto algunos años por AKIRA para el anime en Occidente. La obra de Mamoru Oshii, basada en el manga de Masamune Shirow, nos introduce en un futuro donde la frontera entre lo humano y lo artificial se diluye a cada instante. Con su impresionante narrativa visual, que combinaba cel animation y CGI, y una banda sonora inolvidable compuesta por Kenji Kawai, Ghost in the Shell nos sedujo con escenas inolvidables, como la inmersiva secuencia de apertura que nos adelantaba la construcción de un cuerpo cibernético, el salto al vacío con el que arranca la acción de la película o la icónica pelea entre los charcos. Un peliculón, vaya.

El film no solo impactó por su técnica, sino también por su contenido filosófico, al abordar cuestiones sobre la identidad, la memoria y la naturaleza del alma en un mundo dominado por la digitalización de la personalidad. A lo largo de los años, su influencia ha sido cada vez mayor en cine, videojuegos y todo tipo de manifestaciones de la cultura pop. Sin embargo, en la vorágine de efectos visuales y acción estilizada, se nos olvida que Ghost in the Shell fue, ante todo, una película pensada para provocar el debate y el cuestionamiento de nuestro propio concepto de humanidad. Y su secuela fue incluso más allá.

Ghost In The Shell 2 Innocence 1

Ghost in the Shell 2: Innocence, una secuela valiente

Si la primera película es el punto de partida, Ghost in the Shell 2: Innocence, estrenada en 2004, se erige como una obra que decide profundizar en los dilemas existenciales y tecnológicos sin repetir el formato de su predecesora. Seguramente lo fácil, y lo más rentable, habría sido apostar por una continuación en la que primara lo visual sobre el fondo narrativo. Más disparos, menos reflexión. Pero esta secuela se dirige a aquellos espectadores que, más allá de buscar adrenalina, desean sumergirse en un océano de ideas complejas. Y os aviso, es "café para muy cafeteros".

¿Son los límites del "yo" meramente biológicos? Si la consciencia es información, ¿y si esa información se pudiera codificar?

Innocence se aparta del estilo frenético del original para adentrarse en un ritmo deliberadamente pausado, casi meditativo. La película se sumerge en el estudio de personajes como Batou y Togusa, quienes se ven inmersos en la investigación de una serie de asesinatos cometidos por gynoids (robots diseñados para el placer sexual, y que tienen su momento de protagonismo en la adaptación en acción real protagonizada por Scarlett Johansson) que, de manera sorprendente, parecen desarrollar "ghosts", es decir, copias imperfectas de la consciencia humana. Este giro no solo plantea una cuestión inquietante sobre la repelicidad y persistencia del componente humano que nos hace individuos, sino que también pone sobre la mesa preguntas sobre la ética detrás de una tecnología que logre recrear a la perfección "lo humano", lo "espiritual". Y es un momento que seguramente llegará y para el que la sociedad debe estar intelectual y moralmente preparada. Bueno, para eso está la filosofía. Pero no os asustéis.

Ghost In The Shell 2 Innocence 3

Un viaje filosófico en al fondo de la mente cyberpunk

La esencia de Innocence reside en su capacidad para plantear preguntas difíciles sin ofrecer respuestas fáciles. Mamoru Oshii, fiel a su estilo, introduce en la película un sinfín de citas y alusiones, desde referencias a Descartes y Buda, hasta guiños a clásicos de la literatura que no son simples adornos. Sirven para reforzar la idea de que la naturaleza del alma humana, de nuestra identidad individual, nuestra personalidad, es un debate tan antiguo como la propia autoconciencia, y que su estudio no deja de cambiar, evolucionando de la mano a nuestras capacidades, y en este caso, en paralelo a las posibilidades que ofrece el salto digital.

En un entorno saturado de neón, atardeceres intensos y paisajes urbanos impregnados de un aire melancólico, la película nos invita a cuestionarnos: ¿qué es lo que realmente nos define como humanos? ¿Es nuestra carne, nuestras emociones, o es la suma de experiencias y memorias que, de alguna forma, pueden ser replicadas en una máquina? ¿Son los límites del "yo" meramente biológicos? Si la consciencia es información, y si esa información se pudiera codificar, ¿se podría replicar, alterar, preservar? ¿Debemos hacerlo?

A diferencia de su predecesora, Innocence no persigue el espectáculo visual a toda costa. Aunque su uso intensivo de CGI le aporta momentos de gran belleza, como la inolvidable secuencia del desfile en la ciudad o la hipnótica imagen de figuras danzantes en un vacío onírico, estos recursos se utilizan como un medio para intensificar la narrativa filosófica. El resultado es una película que, si bien resulta menos dinámica que su predecesora, ofrece una experiencia mucho más rica para aquellos que se quieran adentrar en las capas más profundas de los temas que presenta este universo.

Ghost In The Shell 2 Innocence 4

Es importante aclarar que mi valoración de Ghost in the Shell 2: Innocence es, ante todo, personal. No pretendo restar mérito alguno a la película original, que sigue siendo una obra de arte inigualable. No obstante, creo que la secuela merece más atención. En Ghost in the Shell 2: Innocence, Oshii despliega un estilo visual y narrativo que, a pesar de haber sido objeto de críticas por su densidad y su uso excesivo de diálogos filosóficos, se consagra como uno de los trabajos más coherentes y maduros dentro del cyberpunk. El contraste cromático, los cálidos tonos anaranjados, rojos y amarillos en contraposición a la frialdad azulada del original, no es casualidad, sino una decisión estética que refuerza la sensación de un mundo al borde del colapso, donde la tecnología y la decadencia se funden en una luz dorada que nunca está claro si supone la puesta de ser para la realidad tal como la entendemos actualmente, o el amanecer de una nueva humanidad.

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Ghost in the Shell 2: Innocence no es una película fácil, es cierto. Pero la genialidad de Oshii reside en su capacidad para no conformarse con lo obvio y en su voluntad de desafiar las expectativas del público. Innocence es un testimonio de ello, una obra que, a pesar de no resultar accesible para todo el mundo, brilla por su integridad conceptual y por la valentía de explorar preguntas difíciles. No es casualidad que la película haya sido premiada, como ocurrió con el Nihon SF Taisho Award de 2004, y que haya competido en el Festival de Cannes, demostrando que, a pesar de su ritmo pausado, su valor artístico y su profundidad conceptual son reconocidos a nivel internacional. Merece una oportunidad si alguna vez te has metido en la cama dudando si los androides sueñan con ovejas electricas.

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