El bombardeo de Irán ya lo vimos en una película de Tom Cruise. Es lo que defienden quienes ven en sus misiles un ejemplo de programación predictiva

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En la madrugada del pasado 22 de junio siete bombarderos furtivos B-2 Spirit escoltados por cazas esquivaron los radares de Irán y atacaron la planta de enriquecimiento de uranio de Fordow. Para conseguir alcanzar el complejo nuclear enterrado entre montañas, el ataque incluía la detonación de dos bombas, una destinada a abrir camino hacia el búnker subterráneo y otra para aprovechar el hueco con la intención de destruir la planta.
Si a alguien le suena de algo todo ese escenario es porque, con generosas similitudes, es el que mostraba en 2022 el retorno a los cielos de Tom Cruise en Top Gun: Maverick. Desde el citado búnker entre montañas hasta el ataque a una planta de enriquecimiento de uranio, las similitudes entre lo ocurrido en la película y el ataque de EEUU a Irán ha servido para volver a despertar un fenómeno que creíamos olvidado: la programación predictiva.
Las similitudes entre Top Gun y el ataque a Irán
Aunque en Top Gun: Maverick nunca se nombra contra qué enemigo están luchando, sí apuntan que una planta de uranio está a escasos días de poner en riesgo a un aliado. Para frenarlo, deberán bombardear un búnker subterráneo situado en una cadena montañosa muy bien protegida, no sólo por la profundidad del mismo, sino también por la orografía y una colección de baterías con misiles y diversas tecnologías de defensa.
Allí la estrategia implicaba a dos cazas que, para poder dañar la planta de enriquecimiento, deberían lanzar dos bombas consecutivas con las que abrirse hueco hasta conseguir dañar el objetivo. Era una fantasmada digna de Hollywood y las volteretas palomiteras de Tom Cruise. Una locura sólo posible en un medio como en el cine hasta que, casualidades de la vida, hemos terminado viendo como una sospechosa similitud.
A diferencia de lo ocurrido en la primera Top Gun, donde la película hacía muy poco por esconder la propaganda sobre la Guerra Fría en la que se apoyaba, aquí no había ni soviéticos ni terroristas, y tampoco se mencionaba a Irán o a Israel. Era una misión centrada en acabar con el peligro que estaba a escasos días de poner en riesgo a un aliado, y también la excusa perfecta para que la gente empezase a crear hilos imaginarios.
Podría hablarse de apofenia, en relación a cómo nuestro cerebro se ve empujado a ver patrones donde no los hay, u otro ejemplo del sesgo de confirmación en el que esas ataduras de cabos se ven repetidas hasta la saciedad consiguiendo que algunos las den por válidas por el bombardeo de información que suponen. De hecho, incluso podríamos hablar del efecto retrovisor, el fenómeno mediante el que sólo recordamos las coincidencias que realmente encajan olvidándonos de las que no. Pero puestos a coger palomitas para adentrarnos en la teoría más loca de todas, la de la programación predictiva es sin duda alguna mi estupidez favorita.
La programación predictiva
Popularizada por Alan Watt, uno de los autores clave de la conspiranoia más descerebrada, la programación predictiva es la teoría que afirma que gran parte de las películas, series y libros de más éxito incluyen en sus tramas pistas sobre futuros eventos. La idea es que, dándolos así a conocer al gran público de forma masiva, la aceptación de la gente respecto a ciertos eventos será más fácil de digerir.
Dicho de otra forma, como ya lo hemos visto en Top Gun: Maverick, lo ocurrido en Irán nos resulta menos sorprendente, y quienes lo perpetran se enfrentan a un rechazo menor porque ya estamos mentalmente preparados para ello. Bajo esa idea, desde Matrix hasta Los Simpson sirven para dar sentido a nuestra realidad. Agarrándose a eventos anteriores y convertidos en capitán a posteriori, los defensores de la programación predictiva se apoyan en éxitos pasados para mantener viva esa idea con eventos actuales.
La idea es absolutamente demencial no sólo por la apofenia y el efecto retrovisor que recogíamos unas líneas más arriba, sino por la ridícula inviabilidad que supone tener a un equipo de cientos de productores, guionistas, militares y políticos orquestando un plan sin fisuras en el que absolutamente nada se filtra y nadie habla más de la cuenta. Viendo hasta qué punto las conversaciones de WhatsApp se comparten como quien reparte caramelos en la puerta de un colegio, la teoría ya de por sí es absolutamente rocambolesca.
Pero caigamos un poquito más en el pozo, que aún no hemos llegado a mi parte favorita de la programación predictiva. Lejos de quedarse en algo absurdo pero medianamente plausible, Alan Watt y sus seguidores llevaron el concepto un paso más allá. Ante la pregunta de quién está detrás de esa intrincada estrategia, su respuesta es el cierre perfecto a la demencial teoría: la élite mundial de hombres lagarto que rige el mundo desde las sombras. Irán, Tom Cruise y hombres lagarto. Si encuentras un cóctel más demencial que ese, no dudes en compartirlo porque estaré encantado de saber más sobre ello.
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La noticia
El bombardeo de Irán ya lo vimos en una película de Tom Cruise. Es lo que defienden quienes ven en sus misiles un ejemplo de programación predictiva
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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