La gente sigue preguntándose si Ocarina of Time es el mejor juego de la historia

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En 1998, The Legend of Zelda: Ocarina of Time cambió para siempre lo que significaba jugar en 3D. Lejos de lo que se podría pensar, esto no fue solo un hito a nivel técnico para la época, sino también una experiencia emocional que marcó a una generación entera. Significó aventura, descubrimiento... y de alguna manera consiguió encapsular nuestra infancia en un cartucho gris. Desde entonces son muchos los jugadores que repiten de manera sistemática, allá donde vayan y hablen con quien hablen que Ocarina of Time es el mejor juego de la historia.
Pero han pasado más de 25 años y la industria ha evolucionado. La saga Zelda ha dado pasos de gigante a nivel visual, técnico y narrativo, y la relación que tenemos con los videojuegos también ha cambiado. Entonces, ¿es Ocarina of Time el mejor juego jamás hecho hoy en día? Si es que lo fue en algún momento, ¿sigue siéndolo?
El peso del canon: cuando un juego se vuelve mito
Para poder entender por qué Ocarina of Time ha estado durante décadas en la cima de tantos rankings, hay que hablar un poco del contexto. En 1998, los videojuegos aún estaban explorando cómo trasladar experiencias bidimensionales al 3D. Nintendo, con la N64, apostó por un tipo de juego que no solo era distinto a nivel visual, sino que también nos hacía sentir diferentes.
Ocarina introdujo innovaciones que hoy nos resultan tan normales que cuesta recordar que antes no existían, como el sistema de targeting con Z, la cámara semiautomática, el diseño de mazmorras en entornos tridimensionales o el open world fragmentado por zonas… Pero, además de lo técnico, había, por supuesto, algo más: una narrativa que hablaba del paso del tiempo, de la pérdida de la infancia y de la inevitabilidad del cambio.

Muchos jugadores que vivieron ese juego al principio de su adolescencia sintieron mucho más que diversión al jugarlo; sintieron épica, sintieron emoción. Y eso es algo que no se olvida.
Una historia sobre crecer (literalmente)
El viaje de Link en Ocarina of Time es, en el fondo, un viaje interior. Link comienza como un niño en el bosque, que vive ajeno al mundo exterior, y tras una serie de eventos y la ayuda de la ocarina mágica y de la Espada Maestra, despierta en un cuerpo adulto, en un mundo que ha cambiado —más bien que ha oscurecido— en su ausencia.
Realmente, este juego es una metáfora muy poderosa sobre el paso del tiempo y la pérdida de la inocencia. Los lugares que antes eran seguros para nuestro protagonista, ahora están totalmente destrozados. Los personajes que conocía han envejecido, desaparecido, o se han corrompido. Esta estructura emocional sigue tocando una fibra que muchos títulos posteriores no han sabido igualar por mucho que lo hayan intentado, y aquí es donde la conversación se complica. Para quienes lo jugaron en su momento, el recuerdo es insuperable. Pero si alguien joven lo juega por primera vez hoy, sin contexto y sin nostalgia… es probable que la experiencia no sea tan mágica.
Si nos ponemos quisquillosos, la cámara es bruta, la interfaz, incómoda. Los controles son un poco imprecisos y las mazmorras son ingeniosas, sí, pero ya no sorprenden tanto como lo hicieron en su día. Muchas mecánicas (como esperar al amanecer o cambiar de botas en menús eternos) se notan un poco viejas. Y aunque el ritmo narrativo es mejor que el de muchos juegos actuales, el mundo que nos presenta ya no parece tan grande.

La cuestión no es si ha envejecido mal —porque ha envejecido bastante bien para tener más de dos décadas—, sino si aún puede competir con experiencias modernas más refinadas, más fluidas y mucho más espectaculares. Y eso depende de qué entendamos por "mejor juego" y de qué valoremos más a la hora de evaluar los distintos títulos.
¿Qué hace que un juego sea "el mejor"?
Durante años, Ocarina estuvo en el top one de listas como IGN, GameSpot o Metacritic, pero realmente el concepto de "mejor juego de la historia" es escurridizo, ya que es muy difícil de medir. ¿Se mide a nivel de innovación? ¿Por influencia cultural? ¿Por su diseño? ¿O por lo que nos ha hecho sentir?
Si hablamos de impacto, Ocarina of Time para mi sigue en el podio, desde luego. Su ADN está presente en decenas de sagas como Elden Ring, The Witcher 3, Horizon o God of War. Todos beben, directa o indirectamente, de su forma de diseñar mundos y aventuras.
Si hablamos de relevancia emocional, también os diría que sigue arriba, ya que verdaderamente es un juego que marcó la forma de sentir las aventuras y de vivir el videojuego como si de una historia personal se tratara.

Pero si hablamos de experiencia actual, jugable, inmediata, ahí es donde claramente pierde ventaja, ya que juegos como Breath of the Wild o Tears of the Kingdom, Elden Ring, Red Dead Redemption 2, Baldur’s Gate 3 o incluso Hollow Knight ofrecen mundos más vivos, mecánicas más finas, y narrativas más densas e incluso interesantes. Y eso no le quita valor a Ocarina, claro; solo lo sitúa donde pertenece: no como un rival de la época actual, sino como una especie de ancestro respetado.
¿El mejor Zelda? Ni siquiera eso es tan claro
La saga Zelda ha evolucionado muchísimo desde 1998, no hace falta que yo lo diga. Algunos fans consideran que Majora’s Mask es un juego mucho más profundo y arriesgado. Otros, que Wind Waker tiene más alma... Y desde 2017, la corona la tiene Breath of the Wild, con su mundo abierto verdaderamente libre e increíble.
Incluso Tears of the Kingdom ha puesto sobre la mesa un nuevo estándar de lo que puede ser un juego de aventuras mezclando libertad y creación con una fluidez prácticamente nunca vista. Teniendo todo esto en mente, Ocarina of Time parece como el principio del todo, como una primera piedra que, no queda olvidada, pero a la que ya no se le presta demasiada atención.
Quizá lo más honesto sea decir que Ocarina of Time no es el mejor juego que puedes jugar hoy pero que sí que fue, para muchos, el mejor juego que pudieron jugar alguna vez. Su importancia no está en su perfección, sino en su poder narrativo, en cómo enseñó a toda una generación entera que un videojuego podía ser un viaje emocional.
O sea, que si buscas precisión técnica, Ocarina ha sido, evidentemente, superado. Pero si preguntas por el juego que cambió las reglas, que enseñó cómo se podía vivir una aventura virtual y que convirtió la exploración en un acto poético... entonces sí: Ocarina of Time sigue siendo el mejor.
No porque sea perfecto, sino porque el primero y porque hizo que miles de personas se enamoraran, por primera vez, de lo que un videojuego podía ser. Y eso no se mide en framerate... se mide en recuerdos.
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La gente sigue preguntándose si Ocarina of Time es el mejor juego de la historia
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3DJuegos
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Bárbara Gimeno
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