Así es como ha ido cambiando el virus y su comportamiento a lo largo de Resident Evil

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Desde su debut en 1996, Resident Evil no solo ha sido un referente del survival horror, sino también un laboratorio narrativo para explorar hasta dónde puede llegar la ciencia cuando se cruza con la ambición y la corrupción humanas. La saga de Capcom ha utilizado el miedo al caos biológico como su eje central, construyendo toda una genealogía de virus, parásitos y armas biológicas que, más allá de ser excusas para crear monstruos y darle vidilla al juego, cuentan la historia de una humanidad que juega a ser Dios y siempre paga las consecuencias.

Lo que empezó como una mansión hasta arriba de zombis se ha convertido en una historia épica de biotecnología ficticia: experimentos corporativos, conspiraciones militares y pueblos enteros convertidos en campos de prueba donde campan a sus anchas distintas mutaciones que desafían tanto la lógica científica como los límites del cuerpo humano. La evolución del virus en Resident Evil refleja no solo el crecimiento de la saga, sino también cómo cambian nuestros propios miedos frente a la ciencia y la manipulación genética.

El Virus-T: el origen del horror

El punto de partida de todo es el Virus-T, producto de Umbrella Corporation. El  objetivo oficial de esta corporación era desarrollar armas biológicas rentables para el mercado militar. La consecuencia, como sabemos, fue un desastre de proporciones enormes. En el primer Resident Evil, el Virus-T convierte a los infectados en zombis: unos zombies lentos, hambrientos y, a la vez, terriblemente humanos. Esa mezcla de familiaridad y monstruosidad explica por qué la fórmula fue tan efectiva en lo que a aterrorizar a toda una generación de jugadores se refiere.

El Virus-T no fue solo era una excusa para justificar la aparición de enemigos, sino que su propia presencia impregnaba el diseño de todo el juego: puertas cerradas con sistemas de seguridad biométricos, diarios de científicos que narraban cómo se iban infectando o criaturas como los Cerberus —los pobres perros zombis resultado de pruebas— que demostraban que Umbrella no se detenía ante nada. El virus, más que un agente biológico, era un personaje invisible, siempre presente y siempre creciendo y añadiéndole capas de tensión al asunto.

Resident Evil 2

El Virus-G y la mutación de la narrativa

Con Resident Evil 2, la saga amplió el alcance del desastre al introducir el Virus-G. Este virus no solo servía para reanimar cadáveres sino que de alguna forma buscaba la "evolución" de los organismos a la fuerza. William Birkin, uno de los científicos clave de Umbrella, se convierte en la primera víctima y portador, mutando en un ser cada vez más terrible y poderoso. De esta forma, el Virus-G introdujo un nuevo tipo de horror: el de la metamorfosis descontrolada.

Si el Virus-T era metáfora del miedo a perder la humanidad, el G representaba el terror a perder el control sobre nuestro propio cuerpo. Las mutaciones de Birkin, que se volvían cada vez más y más inhumanas, reflejaban una idea recurrente en la saga: la de que la ciencia que busca la perfección acaba creando aberraciones. Además, el Virus-G elevó el alcance narrativo, mostrando cómo las rivalidades corporativas y la ambición personal podían ser tan letales como el propio patógeno.

De los parásitos Las Plagas al Virus-Uroboros: el horror global

La tercera gran evolución llegó con Resident Evil 4 y la introducción de Las Plagas. Por primera vez, el terror biológico se alejaba de los virus de laboratorio y se centraba en lo histórico. Este parásito descubierto en España cambiaba la dinámica, ya que los infectados ya no eran zombis torpes, sino aldeanos coordinados, capaces de usar armas y trabajar en grupo. Era un nuevo tipo de terror, más cercano al miedo a perder la voluntad que a la transformación corporal.

Resident Evil 2

El salto de Las Plagas también significó un cambio de tono. Ya no se trataba solo de encubrir un brote, sino de luchar contra cultos y conspiraciones que usaban la biotecnología con fines religiosos, podríamos decir. Esto se reflejó después en entregas como Resident Evil 5, donde el Virus-Uroboros llevó el concepto a una escala global. Aquí la narrativa mezclaba el colonialismo, la explotación y la biotecnología como armas de control. El enemigo ya no era solo Umbrella, sino toda una red de organizaciones y figuras que veían en estos patógenos la clave para rediseñar el futuro de la humanidad.

Resident Evil 7 y Village: el regreso al cuerpo

Después de años encaminados hacia una "épica" más global, Resident Evil 7 decidió volver a lo íntimo. El Moho, una masa biológica consciente que infecta y transforma, no solo servía para crear enemigos todavía peores que los anteriores, sino también para explorar el terror psicológico más puro. Evelyn, la niña creada como arma biológica, representaba un miedo mucho más personal: el de la familia, el hogar y la pérdida de identidad.

Resident Evil Village retomó esta línea, ampliando el tema de la biotecnología hacia lo gótico. Licántropos, vampiros y monstruos resultaban ser víctimas de experimentos con el moho y la megamiceta. Así, la saga cerraba un círculo y todo podía explicarse a través de la manipulación biológica. La ciencia se convertía en una explicación "racional" para lo irracional, reforzando la idea de que el verdadero terror siempre aparece de la mano del ser humano.

La evolución de los virus en Resident Evil no es una cosa al azar, claro está. Cada etapa refleja las preocupaciones culturales de su tiempo. En los años noventa, el miedo al virus era también el miedo a epidemias como el VIH o al poder de las grandes empresas sin escrúpulos. En los dos mil, las mutaciones y experimentos globales reflejaban temores a la manipulación genética y al bioterrorismo. Más recientemente, las historias de Resident Evil 7 y Village tienen más que ver con ansiedades relacionadas con lo psicológico, como el aislamiento, la disolución de la familia y la fragilidad del cuerpo frente a fuerzas que no comprendemos.

Resident Evil 2

Biología como mitología

Resident Evil ha creado su propia mitología biológica, donde cada virus o parásito es un capítulo en la historia de cómo la humanidad se enfrenta a sus propios excesos. Lo que empezó como un simple Virus-T en una mansión perdida se ha expandido en una saga que explora, una y otra vez, la misma idea: la de que la ciencia puede salvarnos, pero cuando se convierte en herramienta a manos de los más poderosos, nos condena.

Esa continuidad, más allá de los zombis o de las explosiones, es lo que ha hecho de Resident Evil una de las franquicias más largas del mundo de los videojuegos. Cada entrega, con sus mutaciones, nos recuerda que el verdadero monstruo no está en los virus, sino en quienes los crean y los liberan.

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La noticia Así es como ha ido cambiando el virus y su comportamiento a lo largo de Resident Evil fue publicada originalmente en 3DJuegos por Bárbara Gimeno .