Durante meses Ucrania convirtió una ciudad estratégica en inexpugnable. Hasta que Rusia añadió a sus drones un compañero letal

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La ofensiva de verano de Rusia en el este de Ucrania, lanzada en el mes de mayo, ha ido avanzando en el campo de batalla en múltiples frentes, explorando y atacando con unidades pequeñas y rápidas a medida que los combates se intensifican día a día. Con su avance, Rusia ha cambiado el ritmo de la guerra, capturando más y más kilómetros cuadrados. Sin embargo, durante muchos meses, una de las batallas más sangrientas ha tenido lugar en un solo enclave.
La defensa prolongada. Durante meses, la ciudad ucraniana de Pokrovsk se convirtió en uno de los epicentros más encarnizados de la guerra, donde las fuerzas de Kiev lograron frenar a un enemigo numéricamente superior gracias a un uso intensivo de drones armados y defensas escalonadas que desgastaron a miles de soldados rusos.
Este bastión, situado sobre importantes reservas de carbón coquizable y que funcionaba como punto clave de las líneas de abastecimiento hacia el este, ha sido objeto de un asedio constante desde el año pasado, primero mediante ataques frontales y después mediante intentos de cerco.
La fibra como disruptor. Aunque la resistencia ucraniana logró frenar estos avances, Rusia ha ido adaptando sus tácticas con mayor despliegue de drones, incluyendo finalmente los modelos de los que hemos ido hablando en los últimos meses: esos drones con fibra óptica imposibles de bloquear con sistemas de guerra electrónica, capaces de alcanzar objetivos hasta 25 kilómetros tras la línea del frente.
Coste humano y logístico. El precio de esta lenta ofensiva ha sido devastador para Moscú: decenas de miles de bajas se acumulan en torno a Pokrovsk, con soldados enviados en condiciones precarias, algunos reclutados en colonias penales con apenas una semana de adiestramiento, otros heridos o mal equipados. Muchos fueron lanzados en oleadas casi suicidas, avanzando a pie o en motocicletas para evitar la detección por drones, en grupos de apenas media docena, sustituidos una y otra vez tras cada fracaso.
Prisioneros rusos relataron que el mayor temor en el campo de batalla no eran los tanques ni la artillería, sino los pequeños cuadricópteros ucranianos que bombardeaban desde el aire sin descanso, generando terror psicológico y pesadillas entre las tropas. Kiev, por su parte, sufrió la presión de un entorno hostil, con rutas de abastecimiento sometidas al fuego de drones y artillería, lo que obligó a cubrir carreteras con redes de protección y a enfrentar dificultades crecientes para suministrar alimentos y víveres a los pocos civiles que permanecen en la ciudad.
La adaptación rusa. Subrayaba un reportaje de Reuters que la resistencia ucraniana, organizada con la experiencia de unidades como los llamados “Da Vinci Wolves” y bajo el mando del general Mykhaylo Drapatyi, consiguió mantener la línea durante más de un año, aplicando contraataques y dificultando la logística enemiga. Sin embargo, la superioridad numérica rusa, el control de carreteras clave y la introducción de nuevas tecnologías comenzaron a inclinar la balanza.
Las llamadas “kill zone drones” abarcan kilómetros a cada lado del frente, dificultando los refuerzos y los suministros en ambos bandos. Los avances rusos, aunque limitados en territorio, se aceleraron en la primavera de 2025, con las mayores pérdidas territoriales ucranianas del año concentradas en este sector. La caída parcial de Pokrovsk, aunque simbólicamente minimizada por Zelenski, podría liberar recursos militares rusos y abrir la puerta a mayores progresos en el Donbás, acercando a Putin a uno de sus objetivos fundamentales.
Implicaciones estratégicas. De fondo, Pokrovsk representa el paradigma de la guerra de desgaste que hoy define el conflicto: avances territoriales mínimos conseguidos a un coste humano exorbitante, con la tecnología de drones como factor decisivo en el campo de batalla. Para Ucrania, su resistencia ha sido un freno crucial que impidió a Rusia consolidar el control, sobre todo Donetsk, pero el precio ha sido la casi total destrucción de la ciudad y la pérdida de su función logística.
Para Rusia, la eventual conquista de Pokrovsk serviría para reforzar su control sobre el este, aunque lo haya logrado sacrificando a miles de soldados, muchos de ellos mal entrenados y equipados.
Si se quiere, la batalla ilustra la transformación del combate moderno, donde las tropas se ven atrapadas en una nueva era bélica definida por enjambres de drones, guerra electrónica y ataques masivos que convierten cada metro ganado en una victoria... con muy poco que celebrar.
Imagen | US Air Force
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La noticia
Durante meses Ucrania convirtió una ciudad estratégica en inexpugnable. Hasta que Rusia añadió a sus drones un compañero letal
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Miguel Jorge
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