La era del vibe working ha empezado, y con ella la productividad ya no se mide en horas trabajadas

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Fue la gran palabra durante la presentación de ChatGPT Atlas, el nuevo navegador de OpenAI que quiere poner a Google contra las cuerdas de una vez por todas, pero en realidad ya llevamos una buena temporada escuchándola. Ahora todo es vibe coding, vibe working, vive lo otro de más allá, pero la idea es la misma que lleva asfixiando el mercado laboral desde que el tiempo es tiempo: productividad a cualquier precio. En esta ocasión, el discurso es exactamente el mismo.
Imagina que estás en la cocina y las ollas y los fogones funcionan solos mientras los ingredientes van saltando en su interior como por arte de magia. En ese espectáculo de magia propio de un Masterchef de Harry Potter, tú sólo te limitas a meter una cuchara para probar el guiso mientras corriges el punto de sal. Esto, a grandes rasgos, es el vibe en boca de todos. Y lo que visten de magia es, en realidad, el uso de la IA como herramienta de productividad.
Del vibe coding al vibe lifing
Saltando de los editores de código para programadores a las hojas de cálculo de los puestos administrativos, el mensaje de ayer de Sam Altman en la presentación de Atlas arrojaba el término vibe lifing para trasladar esa automatización hasta nuestra vida personal: "De la misma manera que GPT-5 y Codex son estas excelentes herramientas para el vibe coding, creemos que podemos comenzar a tener una herramienta increíble para el vibe lifing y así delegar todo tipo de tareas, tanto en tu vida personal como profesional, al agente de Atlas".
La idea de hacer más con menos es innegablemente atractiva para cualquiera que en algún momento haya pensado si estar sentado frente a una mesa durante ocho horas al día realmente es productivo. Poder acabar tareas a tiempo y seguir con tu vida hasta el día siguiente es algo a lo que pocos trabajadores le harían ascos, así que en esa promesa de agilidad y productividad, las empresas hacen palmas con las orejas con todo lo que huela a vibe. El problema es que el olor es de humo.
El resumen de estudio de Faros al analizar la productividad reflejada por el vibe coding apuntaba que "el 95% de los desarrolladores ahora usan herramientas de IA, y más del 80% informa ganancias de productividad. Sin embargo, la investigación revela que la IA actúa como un "amplificador" en lugar de una solución universal: magnifica las fortalezas y debilidades organizacionales existentes".
Es decir, que pese a percibirse una mejora en la agilidad al entregar y completarse tareas, dependiendo de la organización no se avanzaba al mismo ritmo que se preveía tras ese salto cuantitativo. En toda esa vibra del vibe, lo que a menudo se olvida es que no necesariamente va a venir acompañada de un salto cualitativo y, de hecho, ese salto es hacia atrás. Los bugs de código crecen, las revisiones para eliminarlos se alargan y, lo que compensa la agilidad de la IA, termina retrasándose por el riesgo que supone ponerla al timón.
ChatGPT alucina, y el vibe working también
El problema con ese flujo de trabajo y la transformación necesaria para sacarle partido es que, pese a que los avances de la IA han sido mayúsculos durante los últimos años, los mismos palos en las ruedas de los que habla el informe de Faro ya eran una realidad hace apenas dos años.
Un estudio de la Universidad de Stanford de 2023 arrojaba resultados similares: "encontramos que los participantes que tenían acceso a un asistente de IA escribieron un código significativamente menos seguro que los que no tenían acceso. Además, los participantes con acceso a un asistente de IA tenían más probabilidades de creer que escribieron código seguro que aquellos sin acceso al asistente de IA. Además, encontramos que los participantes que confiaron menos en la IA y se involucraron más con el lenguaje y el formato de sus indicaciones proporcionaron código con menos vulnerabilidades de seguridad".
Aunque es innegable que convertir nuestras vidas en un "vibe esto, vibe lo otro" puede agilizar ciertos procesos, y ejemplos como los mostrados en la presentación de Atlas son un buen punto de partida, apoyarse en ello para saltar a una perspectiva en la que las horas de trabajo dejen de contar para centrarse en resultados es una estrategia peligrosa.
Si lo que un trabajador hace en una hora otro lo hace en tres, no necesariamente el resultado del primero será mejor. De hecho, por lo que apuntan los datos, es probable que al final alguien tenga que sumar otras dos horas a ese mismo proyecto para dejarlo en la calidad entregada de quienes le dedicaron un mayor cariño y esfuerzo. Puede que algún día la cosa cambie y el vibe working sí sea una opción, pero desde luego está lejos de ser la opción más segura a día de hoy.
Imagen | Heute
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La noticia
La era del vibe working ha empezado, y con ella la productividad ya no se mide en horas trabajadas
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3DJuegos
por
Rubén Márquez
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