Más le vale a Kingdom Come 2 que su tercer DLC valga la pena porque lo que ha estrenado el RPG hasta ahora no ha sido lo que esperaba

Tras más de 100 horas en Kingdom Come: Deliverance 2, tengo claras dos cosas: es uno de los mejores juegos del año y en Warhorse Studios hay muchos amantes de los juegos de gestión. Esto último, de hecho, ya quedó claro con su primer juego, un Kingdom Come: Deliverance que estrenó From the Ashes como su primera expansión; una idea alocadísima que nos dio la oportunidad de gestionar una aldea y reconstruirla desde las cenizas, para la cual haríamos de juez, jurado y verdugo. Ahora, sin embargo, los checos piensan en pequeño para ir más allá, llevando la gestión a un terreno más acotado como es el de una herrería con El Legado de la Forja, un DLC que no añade una historia de peso, se enfrenta al mismo problema que La Muerte Hecha un Pincel y quizá trastoque el final de vuestra campaña principal, pero cambia el juego para mejor.

Una forja y un pasado del que Henry huía

Al igual que La Muerte Hecha un Pincel, El Legado de la Forja no os llevará a nuevas ubicaciones ni expandirá el mapa del RPG base con nuevas ciudades. En este caso, y como ya pasó con aquella primera expansión, este nuevo DLC funciona mejor en paralelo a la campaña principal, complementándola con opciones jugables algo más profundas, porque, en caso de jugarlo una vez terminado, la sensación es la misma: le falta algo. Eso sí, cabe mencionar que, como único requisito, El Legado de la Forja nos exigirá, como mínimo, haber llegado a Kutná Hora, la gran ciudad del segundo mapa del juego, donde comenzará nuestra aventura.

En la ciudad más grande del juego, si acudimos a la zona este —una de las más abandonadas en el juego base, al menos en cuanto a narrativa—, daremos con una forja que no ha aparecido de la nada: estuvo ahí todo el tiempo, pero ahora incluye un curioso letrero que llama la atención de Henry. En aquel lugar, 20 años antes, el padrastro de Henry, Martin, comenzó sus labores como herrero al servicio de la ciudad, en lo que él mismo llamó "algunos de los mejores años de su vida". Con esta base, Henry decidirá reabrir la forja calcinada y elevar su nombre no solo a la altura del de su padre en la ciudad, sino también honrar su pasado y su legado.

Como maestro herrero, no solo deberemos gestionar la herrería, sino que el DLC expande el minijuego de forja del RPG base y de él saca un sistema interrelacionado de honor, prestigio y dinero, donde de nuestros ingresos y el acceso a nuevas armas y armaduras dependerá lo bien o mal, o lo mucho o poco, que trabajemos. Porque sí, El Legado de la Forja convierte parte del RPG en un "juego de trabajar", pero uno bien ejecutado. Porque, si bien el minijuego de forja era completamente opcional en el juego base —con algunos momentos obligatorios como la misión para tener acceso a la boda en el Acto 1—, El Legado de la Forja da un mayor sentido a esa forja de armas y la compra-venta de espadas, y las integra de forma natural al juego. Puedes completar las misiones de Godwin, Katherine o Rosa Ruthard al mismo tiempo que expandes las horas de juego hasta el infinito con un negocio a gestionar cuando queramos y como queramos.

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Kingdom Come: Deliverance 2 me lo ha dejado muy claro. El mundo del videojuego ha tomado un mal camino con sus gráficos

Claro está, lo que más fácilmente te sorprenderá cuando juegues a El Legado de la Forja es que no se limita a ponerte delante de un yunque y obligarte a repetir su minijuego hasta la saciedad. Es mucho más, tanto difícil como divertido. El DLC lleva un paso más allá la sensación de estar frente a un pequeño simulador de vida medieval, pero condensado en una herrería que poco a poco se convierte en algo tuyo, casi como si fuera una prolongación del propio Henry. No solo tienes que preocuparte por producir armas o armaduras: tienes que pensar en la calidad del trabajo, en qué clientes quieres atraer, en si vas a reinvertir el dinero para mejorar el negocio o prefieres ahorrar para el modo campaña.

Además, e hilando de nuevo con From the Ashes del primer juego, Warhorse Studios mira de reojo a los juegos de gestión de edificios estilo Los Sims o Stardew Valley. Como en aquel primer DLC estrenado en julio de 2018, contaremos con un sistema de gestión y edificación limitado en cuanto a posibilidades y tamaño: solo nos dejará editar la forja y sus alrededores, pero no os asustéis. Si bien no podremos construir lo que queramos donde queramos, las opciones no son pocas. Desde expandir el área de la forja con más materiales, nuevas mesas o accesorios, hasta dar más vida al jardín con distintos tipos de suelos para el acceso de los clientes, o edificios adicionales como un área de alquimia para crear pociones y elixires.

Sí, el DLC es más profundo en opciones que From the Ashes, pudiendo cambiar los materiales del tejado de la casa/forja o editarla con pinturas o murales, pero es nuestra imagen la que está en juego; y aquí entra el prestigio. A más trabajemos en la forja y más ayudemos al gremio —quien nos dará misiones secundarias a cumplir todos los días, unas tres misiones que nos llevarán a forjar armas para ciertos ciudadanos o hasta competir en torneos donde del buen temple de nuestro acero dependerá la victoria—, de cuyo cumplimiento dependerá el prestigio que ganaremos. Este prestigio tiene un doble propósito: aumentará el dinero que generemos con las actividades de forja al mismo tiempo que podremos acceder a nuevas mejoras para la misma y nuestra casa.

No obstante, El Legado de la Forja supone, para Kingdom Come: Deliverance 2, una hoja de doble filo. Mientras gestionas la forja puedes seguir con tus aventuras, completar misiones o simplemente explorar. El DLC te invita a volver constantemente, porque siempre hay algo más que construir, un pedido pendiente o una mejora que desbloquear. Y esa sensación de "si echo un rato más aquí, avanzo otro paso en mi negocio" es lo que fácilmente te atrapa, más que ver tu aldea crecer en From the Ashes. Al final, se convierte en una rutina casi adictiva: salir de caza por la mañana, volver a la ciudad y cerrar el día trabajando en la forja —donde tendremos acceso a 136 millones de combinaciones de armas— como si de verdad vivieras, un verbo que ahora gana más presencia en el RPG, dentro de la Bohemia medieval. El problema es que, habiendo acabado el juego, El Legado de la Forja se convierte en una sucesión de tareas a completar, por lo que no es un aliciente suficiente para el veterano.

La historia de Kingdom Come: Deliverance 2 gana otro prisma

Aviso de spoilers. A partir de aquí se mencionan detalles menores de Kingdom Come: Deliverance y Kingdom Come: Deliverance 2

Pero, por encima de todo, El Legado de la Forja añade un nuevo prisma a la historia de Henry, esta vez influenciada por su pasado y por la figura de su padrastro, y aquí hay ciertos elementos a comentar, tanto buenos como malos. Mientras el primer RPG se centró en la venganza de Henry y en ese toma y daca de las diferentes facciones de la Bohemia medieval, la secuela ahondó más en qué significa hacerse adulto para nuestro protagonista y cómo nuestras acciones no solo afectan al mundo, sino a nosotros mismos. Si bien KCD 2 es mucho más extenso que eso, nuestro paso por el mundo de juego y lo que hacemos dependerá, al final, de cómo percibamos la vida: si con la permisividad y tranquilidad de Martin, o con la necesidad de defender el honor y nuestro legado en el mundo de Radzig Kobyla.

Esto queda meridianamente claro en el final del RPG, donde, a modo de epílogo, cerramos una etapa y, por ahora, la historia de Henry, hablando con nuestra madre y padrastro y analizando nuestra vida. Aquí, una de las decisiones —que no afecta a la trama, pues está todo el pescado vendido para este momento— tiene que ver con lo que es Henry para nosotros: un explorador, un hombre que ha luchado y ahora tiene que sentar la cabeza, o un defensor del prójimo a toda costa. Como alguien que escogió la vida aventurera, negándome ante Martin a seguir con su historia como herrero, enfrentar El Legado de la Forja desde una perspectiva donde ese legado va a marcar la vida de Henry se me hace extraño. Es una percepción personal que quizá, o quizá no, compartáis conmigo, y que también se ve afectada por mi trayectoria en el RPG.

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Nada de esto echa por tierra el valor narrativo de El Legado de la Forja. En las cerca de 17 horas que me ha durado completar —con el juego ya terminado, ya os he mencionado que es un DLC que se puede completar con calma junto al modo campaña—, tengo claro que Warhorse ha querido cerrar la historia de Henry con una especie de "historia alternativa" del primer juego, donde Martin y su mujer no mueren, y Henry jamás sale de Skalice. El Legado de la Forja es pausado y, en su mayoría, podría considerarse una lista de secundarias, una tras otra, hasta llegar al clímax de la historia. Aprecio enormemente este tipo de historias en un juego con mucho corazón, pero Warhorse necesita algo verdaderamente rompedor para no considerar que el contenido postlanzamiento de su RPG son mecánicas o historias que no cupieron en el juego base por falta de tiempo.

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La noticia Más le vale a Kingdom Come 2 que su tercer DLC valga la pena porque lo que ha estrenado el RPG hasta ahora no ha sido lo que esperaba fue publicada originalmente en 3DJuegos por Alberto Lloria .