Son dos películas terribles tan malas como parecen, con curas, ninjas y dinosaurios, pero yo no puedo dejar de reime con la saga The Velocipastor

Si yo siguiera de cerca la actividad de youtubers y demás, sabría que Ibai le dedicó un vídeo a The VelociPastor hace ya unos años. Pero bueno, perdonadme, soy un señor ya mayor y voy un poco a remolque. El caso es que el lanzamiento del tráiler de The VelociPastor 2 me ha puesto sobre la pista de esta fantasía de serie Z con más sentido del humor que recursos. Y oye, será por haber estudiado en un colegio de curas o porque me encantan los dinosaurios (que viene a ser un poco lo mismo), pero estoy encantado con esta serie de mediocres películas totalmente trotonas, tontonas y divertidas.

Porque The VelociPastor no engaña a nadie. Es exactamente lo que promete su título: un sacerdote que se convierte en dinosaurio. Y no en un dinosaurio metafórico, ni en un símbolo de la fe primigenia, ni en nada de eso que intentan colarte en las pelis serias. Aquí hablamos de un cura que literalmente se transforma en un velocirraptor de gomaespuma para repartir justicia divina a mordiscos. Hay días en los que no necesitas nada más. Si eso no te parece suficiente para darle al play, quizá el problema no lo tenga el cine.

Un cura, una prostituta y un dinosaurio entran en un bar

La primera película, estrenada en 2019 tras un largo peregrinaje por festivales underground, es una comedia de terror absurda firmada por Brendan Steere. Cuenta la leyenda que todo empezó con un error de autocorrector: Steere intentó escribir "velociraptor" y su teléfono le cambió la palabra por "veloci pastor". De ahí nació una broma universitaria que acabó convertida en un fenómeno viral.

El argumento no puede ser más delirante: Doug Jones (sí, como el actor), un sacerdote católico, presencia la muerte de sus padres y se marcha a China a buscar sentido a su fe. Allí se cruza con unos ninjas, un artefacto misterioso y una herida que lo condena a convertirse en dinosaurio cuando se enfada. Marvel se hizo de oro con ideas del mismo nivel. De regreso a Estados Unidos, una prostituta llamada Carol le convence de usar su don para combatir el crimen. Entre confesiones, exorcismos fallidos y peleas con ninjas cristianos traficantes de cocaína, Doug termina abrazando su destino de cura-raptor vengador. ¿A quién no le va a gustar un jurásico justiciero católico romano?

Rodada con un presupuesto de apenas 36.000 dólares, The VelociPastor es una mezcla imposible entre Sharknado, Kung Fury y una misa de domingo con sangre hecha con tomate de bote como las obras de teatro de tu cole. Sus efectos especiales son tan pobres que rozan lo brillante, su guion es delirante y, sin embargo, funciona porque no tiene ningún tipo de filtro. Lo hace porque sabe reírse de sí misma, porque es consciente de su ridiculez y porque transmite una energía que hace que quieras aplaudir con cada mordiscos o cada patada ninja. The VelociPastor se atreve a ser simplemente divertida. Es una parodia que no necesita disfrazarse de ironía posmoderna: su humor es tan directo y tonto que termina siendo liberador. 

El encanto de esta película es que tan tonta como divertida, y seguramente la única que mezcla a sacerdotes, ninjas y señores vestidos de dinosaurios, aunque yo he estado en capeas salesianas muy parecidas. El público lo entendió. La película se convirtió en un fenómeno de culto para los amantes del cine de serie B (o Z ya a este nivel) en plataformas como Amazon Prime Video o Tubi, y alcanzó un 65% de aprobación en Rotten Tomatoes, algo casi milagroso para una producción de este calibre. En convenciones como la Comic-Con, los fans acudían disfrazados de dinosaurios y sacerdotes para celebrar lo absurdo de la propuesta. Y como toda buena herejía cinematográfica, The VelociPastor pedía a gritos una secuela.

El regreso del curasaurio

Y vaya si ha vuelto. The VelociPastor 2, dirigida por Jesse Gouldsbury y coescrita junto al creador original, promete más acción, más sangre y, sorprendentemente, más trama. El tráiler presentado en la reciente New York Comic-Con 2025 muestra a Doug y Carol viajando a Milán para enfrentarse a un asesino en serie durante un festival de fertilidad italiano, con la intervención de la INTERPOL y unos espías soviéticos de por medio. Vamos, la típica escapadita romántica de fin de semana.

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Rodada durante las huelgas de guionistas y actores de 2023, gracias a un crowdfunding que recaudó más de 118.000 dólares, la secuela se presenta como un homenaje descarado al cine de terror cutre setentero, ese que mezclaba sangre falsa, una pizca de erotismo y crítica social sin pretender convencer a nadie. The VelociPastor 2 no pretende ser arte, ni falta que le hace. Es puro desmadre autoconsciente, una celebración de lo ridículo que rescata ese espíritu del cine B de los setenta y ochenta, el de las películas imposibles que llenaban los estantes de los videoclubs. Hoy todos veneramos Suspiria de Dario Argento como una obra maestra de culto, pero en su momento también fue considerada una locura incomprensible. Y encima en ella salía Miguel Bosé, que, admitámoslo, mola bastante menos que un ninja o un dinosaurio.

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